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Vidas imaginarias Marcel Schwob 
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Ilustración de tapa:Rene Magritte."El espejo falso".
En plena
Belle époque,
en pleno simbolismo y en un momento de plenitud desbordante para las letrasfrancesas, Marcel Schwob (1867-1905) cruza el mundo dejando una impronta de originalidad profunda yfulgurante a la vez. Hijo de un hombre que incurrió en la literatura, sobrino de un erudito bibliotecario, noes extraño que conociera a la perfección las lenguas clásicas y fuese un apasionado de las Letrasinglesas. Su amor con la célebre actriz Marguerita Moreno y una enfermedad extraña y atroz, que loacosara durante los últimos años de su breve vida, son datos que nunca olvidan sus biógrafos. Ademásde estas
Vidas imaginarias,
otros tres libros de Marcel Schwob son de lectura imprescindible:
El rey de la máscara de oro, Libro de Monelle 
y
La cruzada de los niños 
(la traducción al
 
español –1949– de estaúltima lleva prólogo de Jorge Luis Borges quien tiene más de un punto de contacto con el escritorfrancés). Desde la versión de Ricardo Baeza,
Vidas imaginarias 
ha conocido varias traducciones buenasal español; ésta de Julio Pérez Millán es, sin duda, excepcional.
Centro Editor de América Latina
 
Vidas imaginarias Marcel Schwob 
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Título original:
Vies imaginaires
 
Edición digital de Lety & urijenny © 1980 Centro Editor de América Latina S. A. - Junín 981, Buenos Aires.Hecho el depósito de ley. Libro de edición Argentina. Impreso en junio de 1980. Tapa: FA.VA.RO.,Independencia 3277 Buenos Aires. Pliegos interiores: Compañía General Fabril Financiera S. A., Iriarte2035, Buenos Aires. Distribuidores en la República Argentina: Capital: Mateo Cancellaro e Hijo,Echeverría 2469, 5
°
C, Buenos Aires. Interior: Ryela SAICIF y A, Belgrano 624, 6
°
p., Buenos Aires.
 
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ESTUDIO PRELIMINAR
"Ayer Schwob estuvo en casa hasta las dos de la mañana. Me pareció como si tomaraentre sus dedos finos mi cerebro y le diera vueltas, poniéndolo a la luz. Hablaba deEsquilo, comparándolo con Rodin. Analizaba Los siete contra Tebas y la rivalidad deEteocles y Polínices y la manera geométrica, arquitectural, en que esta obra se hallacompuesta: tantos enemigos contra tantos, tantos versos, diez por ejemplo, para cada jefe. . . De pronto la lámpara se apagó. Encendí las velas del piano. El rostro de Schwobquedó en la sombra. Siento que ese muchacho ejercerá en mí una influencia enorme."Aquel 20 de marzo de 1891 Jules Renard escucha durante horas a su sereno ymeticuloso encantador, sin ocasión, deseos, ni fuerzas, tal vez, para escapar delsubyugamiento. Pero el acaso llega para librarlo transitoriamente, la sombra quearrebata el rostro al seductor le da un respiro y en ese respiro entra justo elreconocimiento de su condición de subyugado; alcanza para eso antes de que renazca elinflujo.Lo sucedido aquella noche supone una relación y una situación que se repiten concada lectura de Schwob, porque el aura de "encantamiento" que se desprendía delhombre, ha pasado intacta, cuando no crecida, a lo que escribió. Es esta cualidadprimordial de la obra lo que en seguida percibe el lector y lo que lo envuelve de punta acabo, de la primera a la última línea, placenteramente. Después, cuando "se apaga lalámpara y hay que encender las velas del piano", no se puede evitar que la curiosidadpique, queremos desentrañar el misterio, descubrir los elementos de que se compone elembrujo, saber "qué hay adentro"Uno de los primeros que se embarcó en la indagación fue Remy de Gourmont. "Elgenio particular de Schwob es una especie de sencillez pavorosamente compleja, quehace que, mediante la disposición y armonía de una serie de detalles justos y precisos,sus narraciones den la sensación de un detalle único. La ironía de estos cuentos y relatosbiográficos raramente aparece acentuada (...); por lo general, es más bien latente, sedifunde en sus páginas como una veladura a primera vista apenas perceptible. Schwob,en el curso de su narración, nunca siente la necesidad de hacer comprender susinvenciones, no es en modo alguno explicativo, y ello aguza la impresión de ironía porel contraste natural que se descubre ante un hecho que nos parece maravilloso oabominable y la brevedad desdeñosa de un cuento".Esta estimación de Remy de Gourmont encierra des claves que nos permiten entreverel mecanismo por dentro. Una está en lo referido a "la disposición y armonía de unaserie de detalles justos y precisos. . ." Todas las narraciones de Schwob parecerían estararmadas alrededor de una sucesión breve de estos detalles "justos y precisos". Irrumpencon calculada intermitencia en el relato para jugar un papel inusitado, porque así se tratede la narración de un rasgo –físico o de carácter–, de la mención de la circunstancia en laque encuadra tal o cual hecho o de la parca indicación de un acontecimiento cósmico, loque tienen en común es siempre su índole insólita. Y, sin embargo, están intercalados enla narración como avales de veracidad y cumplen con su cometido a la perfección. Casi
 
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desmienten lo contado una vez por Merimée: "Si la elección del detalle es desdichada, yano hay ilusión. Un marinero contaba que había visto al fantasma de su capitán, muertoalgunos días antes. –Salía de la gran escotilla con su sombrero de tres picos. . .–Cuéntale eso a los soldados –dijo uno de sus compañeros–. Fantasmas se ven conbastante frecuencia, pero con sombrero de tres picos, nunca. . .".
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 Pues bien; los cuentos "desdeñosamente cortos" de Schwob están atinadamentesalpicados de fantasmas con sombrero de tres picos, sin los cuales todo lo demásresultaría falaz, o por lo menos improbable.Acaso fuera ese su camino para alcanzar a expresar su realidad tal como el admiradoStevenson había configurado la suya: "El realismo de Stevenson es perfectamente irrealy (...) por eso es todopoderoso. Stevenson no miró nunca las cosas sino con los ojos de suimaginación (...). Ya habíamos encontrado en muchos escritores el poder de realzar larealidad con el color de las palabras; yo no sé si podría encontrarse fuera de él imágenesque, sin la ayuda de las palabras, sean más violentas que las imágenes reales (...), sonimágenes irreales, puesto que ningún ojo humano podría verlas en el mundo queconocemos. Y sin embargo son, hablando con propiedad, la quintaesencia de larealidad".
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 Esto va por los detalles. Nos queda ahora la segunda clave, la de la tenuidad de laironía y la en apariencia improcedente naturalidad, con ribetes de displicencia, con quese trata lo maravilloso y abominable.La relación de atrocidades y maravillas con tono neutro, despojado de todo énfasis,pero sustentada por una ironía apenas discernible aunque siempre actuante y sostenidapor una cadencia que registra sin alharaca la magnitud de las emociones, puede ser vistacomo una variante de aquella "prosa apasionada" en la que pensó De Quincey, habidacuenta de que "la pasión puede ser durante mucho tiempo contenida por lameticulosidad y la ironía", según comentó Pierre Leyris.Es probable que el punto de encuentro y de fusión del detalle exacto y desquiciado yde la prosa cálida y ponderada –parienta del "milagro de una prosa musical sin ritmo ysin rima, lo bastante dúctil y lo bastante dura como para adaptarse a los movimientoslíricos del alma, a las ondulaciones de la ensoñación, los sobresaltos de la conciencia",ambicionado por Baudelaire– sea el foco del cual emane el sortilegio.Pero lo que importa, para nuestra dicha y regocijo, es que ninguna inspección lo anulani recorta, pervive v está cerca, podemos desentendernos de los engranajes recónditos ydisfrutarlo, sin perjuicio de volver a hurgar en sus entrañas, cuando ya lo hayamosatravesado, para descifrar otras mil explicaciones posibles.Los historiadores de la literatura ubicaron a Schwob en el "simbolismo", marbetepuesto a un momento de la historia de las letras para el cual Hubert Juin juzgó forzosoencontrar una "definición coherente, exacta y de aplicación constantemente segura". "Loque se sabe, con toda evidencia –explicó– es que entre 1885 y 1900 una cierta poesíaagonizaba y que otra, con tanteos extraños, se esforzaba por nacer. Y nosacostumbramos, para no perder tiempo, a llamar parnasianos a los moribundos ysimbolistas a los innovadores. Los historiadores puristas introdujeron, en ese instante yen ese lugar, sutilezas de acomodamiento: hay, dijeron, decadentes que no sonsimbolistas y versolibristas que, bien vistos, no son ni decadentes ni simbolistas, a decirverdad". Fue Bretón quien en 1911 advino para sentenciar tajante que "a decir verdad,
 
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no hay decadente que no haya sido simbolista o versilibrista y a la recíproca",
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dictamenal cual se pliega Juin.Allí está Schwob, entre simbolistas y decadentes, más cerca de estos últimos, junto aellos, unido a ellos por los rasgos en común que se creyó encontrarles; y está aquí, sobretodo aquí, en las Vidas imaginarias, solo, magnífico superviviente, salvado por lo únicoque cada hombre llega a poseer realmente de sí mismo, sus rarezas.Los mecanismos persuasivos y desconcertantes que arma, figuraciones de ese sufantástico "sin espectros ni fantasmas", pero con profusión de alucinados "cuyasalucinaciones bastan para espantarnos"
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, asienta en su inconmensurable erudición, enesa cultura "un poco talmúdica que de todo hacía acopio"
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. El principio de esa cultura seremonta a los más tempranos días de la infancia.Su padre fue condiscípulo de Gustave Flaubert, amigo de Théophile Gautier, a quienadmiraba, y aventuró algunas líneas en el Corsaire Satán, la publicación de Baudelaire.En 1849 incurrió en un vaudeville intitulado Abdallah, que nunca fue representado nipublicado, en connivencia con otro de sus amigos, Julio Verne.En 1882 la familia Schwob decidió enviar a su hijo a estudiar en París, donde tendríaque vivir con su tío León Cahun, hermano de su madre, Mathilde. Este tío era el muydocto autor de unos cuantos libros y ocupaba el cargo de bibliotecario en jefe de laBiblioteca Mazarine, en el Instituto de Francia. Y ese, el Instituto de Francia, fue elprimer alojamiento de Marcel en París.Pero agregadas a su educación convencional, que fue esmeradísima, hubo muchaslecturas, diversas y constantes. Con el tiempo, nada de lo literario le fue extraño. Llegó aconocer al dedillo y a barajar con deslumbrante soltura las letras griegas, latinas,medievales y sobre todo, las inglesas, que prefirió. Marcel Schneider
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escribió que enMeredith aprendió la paciencia para las observaciones minuciosas, y que satisfizo sugusto por lo maravilloso y extraordinario con la lectura de Shakespeare, Poe y losingleses del siglo XIX, Stevenson y Swimburne en particular.Le tocó vivir el tiempo ya señalado para siempre con "el sobrenombre tan famosocomo peligroso de bélle époque, apodo hasta cierto punto explicable si se acepta que "de1880 a 1910 Francia conoció la más grande epidemia de risa de su historia. Los diarioscómicos se contaban por decenas y Le Rire (La Risa) tiraba 150.000 ejemplares"
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. Se reíaen el music-hall, en el circo, en el café concert...Levantados y envueltos por este jolgorio se expandían los Catulle Mendés y los LouisVeuillot, ovacionados por la gente de orden; y moría sin escándalo Lautreamont yvivían malamente Verlaine, Rimbaud, Corbiére, Laforgue. . ., sin que se diera porenterada la "élite poseedora de los secretos de la elegancia y del buen gusto, dada a loexquisito y a lo refinado"
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.Hubo dos mujeres en la vida de Schwob. Una se llamó Louise, y de ella poco y nada sesabe. Una prostituta, insinúan como al pasar las malas lenguas: una pobre obrera,afirman con benevolencia las almas rectas. Era, según parece, una chiquilina pequeña yendeble que abusaba del café y del tabaco, según cuenta Pierre Champion. Se convirtióen la Monelle del Livre de Monelle y murió abatida por la pobreza y la tuberculosis apesar de los muchos cuidados que Schwob le prodigó. La otra fue Marguerite Moreno,la celebérrima y talentosa actriz de la Comedia Francesa. Su relación fue larga –seencontraron en enero de 1895 y se separaron a la muerte de Schwob, diez años después–
 
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y poco común– pues por entonces hizo presa de él una enfermedad de la cual sólo sesabe que fue extraña y atroz. "A fines de aquel mismo año –refiere su biógrafo, el yacitado Pierre Champion– fue operado por primera vez. Luego tuvo que soportar cuatrooperaciones más debido a un mal misterioso que los médicos diagnosticaban de mododiverso. Desde entonces Schwob fue sólo un inválido condenado a arrastrar una vidalánguida y precaria, mutilado, herido irreparablemente en su dignidad de hombre. . .".No obstante, contrajeron matrimonio en Londres en setiembre de 1900. La enfermedadle carcomió cuerpo y alma. Agriado el carácter, se tornó intratable y poco a poco fuequedando solo. En octubre de 1901 se embarcó hacia las Samoa, en la estela de suquerido y admirado Stevenson, quien allí había muerto y estaba enterrado y al que losnativos evocaban con cariño como al "tusitala", "el que cuenta historias". En marzo de1902 regresó a París y, sobreponiéndose a los embates renovados de la enfermedad,continuó viajando y trabajando hasta el 26 de febrero de 1905, fecha de su muerte, a los37 años de su nacimiento, acaecido en Chaville, distrito de Versailles, el 23 de agosto de1867.
 Julio Pérez Millán
NOTAS:
1
Merimée, P.: Oeuvres completes, Eludes de littérature russe, t. 1, París, H.Champion, 1931.
2
Schwob, M.: Spicilége, 1896 (en Jarry, Schwob et Stevenson, por Anne de Latis,Dosiers acenonétes du Collége de Pataphysique, n
°
5).
3
Juin, H.: "Des fanatiques de l'ecriture: les symbolistes", Magazine Littéraire, n°52, París, mayo 1971.
4
France, Anatole: Le Temps, 12 de julio de 1891.
5
Juin, H.: Prólogo a Le roi au masque d'or / Vies imaginaires / La croisade desenfants, París, U.G.E., 1979.
6
Schneider, M.: La littérature fantastique en Franco, París. Fayad, 1964.
7
Carriére, J. C: Humour 1900 (Presentación), París, Edit. Ju. 1963.
8
Juin, H.: "Chiméres fin de siécle". Magazine Littéraire, N° 35, París, diciembrede 1969.
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